Una tarde de Abril de 1957 llegó una carta dirigida al Club Nacional de Montevideo, en la que el Presidente del Real Madrid C.F., Don Santiago Bernabeu, pretendía mi fichaje para jugar en dicho club durante cuatro años. Don Santiago Bernabeu había seguido mi carrera deportiva desde que me vió jugar con la selección uruguaya durante el mundial de Suiza de 1954. De esta forma se iniciaron las negociaciones para mi traspaso al Real Madrid. Como en aquella época las comunicaciones eran muy lentas, el acuerdo final no se firmó hasta quince días antes de la final de la Copa de Europa que disputó el Real Madrid contra la Fiorentina en el estadio Santiago Bernabeu. Ganó el Real Madrid, y el título representó el segundo de los cinco consecutivos que le permitieron ser el único club que posee dicha copa en propiedad.

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Con el apoyo incondicional de mi mujer Nora y con el primero de mis siete hijos ya nacido, me trasladé a España el 25 de Mayo de 1957, inaugurando mi etapa como jugador del Real Madrid.

Este periodo fue maravilloso en todos los aspectos, tanto deportivos como sociales. Como jugador contribuí junto a mis compañeros a gestar la que se considera una de las más exitosas etapas de este club. En ella conseguimos ser campeones de Liga, de Copa, de Copa de Europa y de Copa Intercontinental en varias ocasiones, además de innumerables torneos veraniegos en España y en el extranjero.

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Me integré en una plantilla cuajada de estrellas jugando como medio centro para pasar enseguida a la demarcación de defensa central. De mi primera etapa, y sin que en absoluto sea una lista exhaustiva, dedico un recuerdo a mis compañeros Di Stefano, Puskas, Gento, Kopa, Rial etc. , todos ellos maravillosos jugadores y excelentes compañeros. También dedico un recuerdo a otra generación de magníficos jugadores que prolongaron la tradición de éxitos del Real Madrid tales como Amancio, Del Sol, Zoco, Pirri, Velazquez, Pachín, De Felipe y Miera. Mi agradecimiento a ellos y al resto de compañeros por haberme permitido participar en esa época dorada del Real Madrid y del fútbol mundial en general.

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De los innumerables partidos jugados quiero mencionar tres que se han quedado grabados en mi memoria:

El primero fue el de la Copa Intercontinental de 1960 en la que ganamos al equipo que había sido mi permanente rival en mi época de jugador del Nacional, el Peñarol de Montevideo. En el partido de vuelta que jugamos en el Bernabeu salimos con un ritmo muy fuerte y a los 10 minutos ya ganábamos por 3 a 0 y habíamos estrellado tres balones en el palo, dejando casi sentenciado el partido desde los primeros minutos.

El segundo fue la tercera Copa de Europa que jugamos contra el Milan. Venían con grandes expectativas de ganar y el partido estuvo muy igualado hasta el final del tiempo reglamentario. Terminamos los 90 minutos 2 a 2. Durante la prórroga Rial marcó el tanto de la victoria.

El tercero fue la final de la 5ª Copa de Europa frente al al Eintrach de Frankfurt en el estadio de Glasgow. El Eintrach era un equipo muy joven que a los pocos minutos nos hizo un gol por la banda. Sin embargo el equipo no se entregó y marcamos 7 tantos que nos dieron la victoria por 7 a 3. Como botón de muestra de la disciplina imperante en el club en aquella época recuerdo la celebración, que consistió en galletas y naranjada, ya que se pretendía que los jugadores estuviésemos frescos y disponibles desde el día siguiente al partido.

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Queda por último mencionar mi satisfacción por haber sido jugador de la Selección Española de Fútbol. Este hecho constituyó para mí un especial motivo de orgullo y para mis padres una de las mayores alegrías debido a sus orígenes españoles. De esta forma he podido defender los colores de los dos países de los que me considero ciudadano, Uruguay y España.

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Para los amantes de fechas y estadísticas incluyo el siguiente palmarés:

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En lo familiar durante esta época formé una hermosa familia de 7 hijos y en la actualidad 13 nietos que permanece unida y feliz.

En lo social, sin que aquí me mueva mi sentimiento madridista, el formar parte de un club reconocido internacionalmente como uno de los mejores clubs del mundo, me empujó a alcanzar la popularidad permitiéndome conocer e incluso trabar amistad con personalidades de diferentes sectores de la sociedad, amistad de la que en muchos casos continúo disfrutando en la actualidad.

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En definitiva, y como se deduce de lo que he contado, esta fue una etapa de felicidad y plena realización tanto en lo deportivo como en lo personal y social. Sin embargo, y especialmente para los que nos dedicamos al deporte profesional el paso del tiempo lleva de forma inexorable al momento de la retirada de la competición, momento que llegó para mí en 1966 inaugurándose una nueva etapa de mi vida.

José Emílio Santamaria
www.joseemiliosantamaria.com